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Conspiraciones: La Ilusión del Control

Foto del escritor: piroquinesispiroquinesis

¡Esos illuminati están en todos lados! -- Photo by Thought Catalog on Unsplash

El COVID-19 es:


  • Un arma secreta desarrollada en laboratorios de Wuhan, liberada para causar la debacle económica global, derrocar al mundo occidental y establecer la hegemonía china en el planeta.

  • Parte de una estrategia global de Bill Gates para obligar a todos los seres humanos a “vacunarse” con microchips que le permitirán controlar a la población mundial.

  • Una campaña de la industria farmacéutica para hacer millonarios negocios con la cura, que por supuesto ya tienen desarrollada pero la mantienen en secreto, esperando al mejor postor.

  • Una mentira inventada por los gobiernos del mundo para poder oprimir a sus poblaciones.

  • Un añejo plan maestro de los illuminati para provocar autismo y esterilidad en la raza humana (nuevamente mediante las “terribles” vacunas) y así reducir drásticamente la población mundial e imponer su “novus ordo seclorum”, su “nuevo orden de las eras”.

  • [inserta un plan macabro] creado por [inserta un villano macabro] para lograr [inserta un resultado macabro].


La creatividad ante la crisis es admirable. Éstas y otras conspiraciones fueron apareciendo a medida que la pandemia se extendía por el planeta. La mayoría se viralizó (vaya ironía) en redes sociales, por medio de memes, textos larguísimos firmados por “expertos” de crípticas credenciales, videos con toda la pinta de ser serios documentales…


Cada vez que algún periodista, un experto o una científica sale a decir que nada de eso es verdad, de inmediato recibe en la frente la terrible letra “V”: ¡vendido! ¡chayotero! ¡¿cuánto te paga la mafia a la que defiendes?!


Es asombroso ver cuánta gente está convencida de que al menos una de estas teorías es cierta (y más de uno cree que varias de ellas lo son, aunque se contradigan entre sí). Nuestro cerebro es capaz de reconstruir, con perfecta lógica y sólidos argumentos, todo el andamiaje intelectual que soporta una u otra escandalosa revelación, para poder señalar con flamígero dedo al villano que tiene el control sobre nuestros destinos.


La palabra clave es ésa: CONTROL.


Porque nosotros, los seres humanos, a nada le tenemos más miedo que a la idea de que las cosas están fuera de control. El caos, lo desconocido, nos aterra, nos paraliza, nos llena de impotencia y de incertidumbre. Nada de eso nos gusta. Por lo tanto, estamos dispuestos a creer que alguien, en alguna parte, tiene el control absoluto de la situación. Así, al menos, le podemos echar la culpa de nuestras desgracias a ese alguien.


Pero el control es una ilusión. Un mecanismo que nuestro iceberg (nuestro sistema de creencias, nuestro mecanismo de defensa y de supervivencia) usa para suavizar el golpe de lo imprevisto, de lo inesperado y de lo desconocido: “tú no te preocupes, alguna explicación lógica debe existir para todo esto”. Es un mecanismo muy eficaz, sobre todo en momentos como estos, en los que estamos en el aire, “entre trapecios”.


Que yo sepa, nadie lo ha dicho más claramente que Alan Moore, el enfant terrible de los comics, creador, entre otras cosas, de los “Watchmen”:


“Lo más importante que he aprendido sobre teorías de la conspiración es que quienes las creen lo hacen porque es reconfortante. Pero la verdad es que el mundo es caótico. No, no son los Illuminati, ni los banqueros judíos, ni los extraterrestres. La verdad es mucho más aterradora que todos ellos: NADIE TIENE EL CONTROL. El mundo no tiene timón.”

Por más seductoras que resulten las palabras de la doctora Mikovits en “Plandemic”, por más sesudas que suenen las acusaciones de líderes políticos de derecha y de izquierda en todo el mundo acusando a “oscuros intereses”, por más lógicos que suenen los argumentos de la tía de la vecina del mejor amigo de mi cuñado, NADIE TIENE EL CONTROL.


Esto aplica no sólo para las grandes epidemias globales. Aplica también para los aspectos más mundanos de nuestra vida diaria. El tráfico en las calles. Los problemas en el trabajo o en la casa. Todos esos pequeños retos que ponen a prueba nuestra capacidad de crear y de construir.


Creer en la ilusión de que ALGUIEN (no tú, obviamente) tiene el control, es cómodo. Por complejo que sea explicar cada una de las terribles “conspiraciones”, es fácil. Es lo que quiere tu iceberg que creas. Porque la alternativa no le gusta ni tantito.


La alternativa es asumir que los eventos en la vida no ocurren porque obedecen a algún plan maestro, sino simplemente porque ocurren. Y que es TU responsabilidad interpretarlos y elegir qué hacer con ellos. Por más que se salgan de tus esquemas de control y de orden, los eventos en tu vida, desde los más placenteros hasta los más dolorosos, son OPORTUNIDADES para crear, para trascender. Asumir ese poder exige gran responsabilidad.


Pero, parafraseando al tío de Peter Parker: CON GRAN RESPONSABILIDAD VIENE GRAN PODER.


Imagínate todo lo que podrías lograr, inventar, comprender, si toda la energía que usas para explicarte y justificar esta o aquella o la otra teoría de la conspiración, la usaras para encontrar la oportunidad en todos los eventos imprevistos en tu vida, si aprovecharas cada evento para crear la MÁXIMA POSIBILIDAD, en lugar de irte por la regla del mínimo esfuerzo.


Claro que va a costar trabajo. Claro que va a ser incómodo. Claro que no va a ser fácil. Asumir tu poder como fuente y creación de los eventos en tu vida exigirá muchísimo de ti. Pero de otra manera, seguirás conformándote simplemente con sobrevivir, con “irla llevando” mientras al mundo lo "controlan" oscuras e impenetrables mafias del poder.


Por supuesto que tu iceberg a cada paso te va a querer convencer: “no te gastes, son los illuminati”.


Tú eliges si le crees o no.

219 visualizaciones1 comentario

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Umbra Sumus

1 Comment


rudolffb
May 16, 2020

Excelente reflexión Félix, coincido qué hay que asumir la incómoda responsabilidad individual ante los acontecimientos que nos toca vivir!

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