¡Ok, corazones! Última entrada del 2021, a sólo unos días de San Silvestre y su noche de desvelos, champañas, uvas, maletas, escobas y calzones rojos (o lo que sea necesario para que el 2022 sea, por lo menos, un poquito más “normal” que sus dos antecesores)
Y como hace ya un buen rato que no aparece por acá una receta de cocina, creo que ha llegado el momento de compartirles una más, top secret y que garantizará el éxito si la llevas a esa cena de fin de año a la que te invitaron “de traje”.
¡La Puttanesca Mexicana!
Antes de pasar a la receta, unas palabras sobre esta salsa de nombre tan… peculiar. ¿Por qué? Porque para la cena de año nuevo es un tema de conversación mucho más emocionante que hablar ooootra vez de la colección de muñecas de tu suegra (o de tu colección de funko pops), ¿no crees?
(spoiler alert: el lenguaje aquí de repente sonará clasificación “C”)
Respuesta a la primera pregunta: sí. La pasta puttanesca debe su nombre a las putas italianas.
Pero antes de que te transportes en el tiempo al Renacimiento para rodearte de beldades botticellescas desnudas danzando alegremente en un bosque toscano, debes saber que la puttanesca es mucho, mucho más joven que eso. De hecho, la primera mención de un sugo alla puttanesca aparece en 1961, no en un recetario sino en una novela de Raffaelle La Capria.
Con un nombre tan colorido, era de esperarse que muy pronto surgieran varias teorías sobre su origen. La más popular dice que esta salsa era una de las favoritas de las prostitutas napolitanas (y romanas) por dos razones: sus ingredientes principales (anchoas, aceitunas y alcaparras) eran relativamente baratos; y además se hacía en cosa de minutos, por lo que les dejaba tiempo para cocinar y comer entre clientes.
Pero esta teoría tiene un gran problema: si de verdad las chicas tenían tiempo para cocinar (y comer) una puttanesca entre clientes, entonces no podían atender a muchos, cosa nada rentable. Para pastas rápidas, el aglio olio, la carbonara, quizás incluso una arrabiata. Pero la puttanesca, como verás más abajo, toma su tiempecito… Y las putas, no sólo las italianas, saben muy bien que el tiempo es dinero.
Los que saben de etimología italiana (que suelen ser, sorprendentemente, etimólogos italianos) coinciden en que la salsa en realidad no tiene mucho que ver con las putas italianas, más allá del nombre.
Y es que en Italia se usa la palabra “puttana” de un modo similar a como en México usamos la palabra “chingada”. Así que “puttanesco” viene siendo, según el contexto, un insulto, un elogio, una cosa de poco valor o, y aquí viene la parte relevante para la pasta, algo hecho “con las chingaderas que se tienen a la mano”.
Así que esta receta, con la que vas a brillar en la cena de año nuevo, técnicamente se llama, traducida al español mexicano, “pasta con chingaderas”. Si quieres, puedes presentarla así.
Claro que “puttanesca mexicana” tiene más caché.
¡Ah! ¿Y por qué “mexicana”? Porque a la receta tradicional le vamos a añadir unos chiles güeros, nomás pa’ que amarre.
Bueno, suficiente bla bla bla, pasemos a la receta:
INGREDIENTES
3 dientes de ajo
2 cdas aceite de oliva
1 lata de filetes de anchoa en aceite
3-4 chiles güeros (al gusto)
1 lata (75g) de aceitunas negras sin hueso
4 cdas alcaparras
5 jitomates saladet (o Roma)
Sal y pimienta al gusto (ojo con la sal: las anchoas suelen ser lo suficientemente saladas así que no necesitarás más de una o dos pizcas; en cuanto a la pimienta, con unas 10-12 vueltas de molino tienes)
1 paquete (500g) de pasta larga: usualmente spaghetti, pero también funcionan muy bien los capellini (cabello de ángel)
Queso parmesano y perejil picado para servir
PREPARACIÓN
En un procesador de alimentos, agrega ajo, aceite y anchoas. Pulsa un par de veces para trocear y mezclar.
Vacía la mezcla en una cacerola a fuego medio, agrega los chiles güeros enteros y sofríe por unos cinco minutos.
Devuelve la mezcla con los chiles al procesador, agrega las aceitunas y pulsa unas cuatro o cinco veces, hasta tener un picado no muy fino.
Regresa todo a la cacerola y agrega las alcaparras. Mezcla bien y cocina a fuego medio otros 5 minutos. Mientras tanto, pon a calentar una olla con agua y abundante sal.
Mientras se sigue cocinando la mezcla, usa el procesador para picar, uno a uno, los jitomates cortados en cuartos (ojo, deben quedar machacados pero no los hagas puré) y agrégalos a la cacerola. Agrega sal y pimienta.
Tapa la cacerola y deja cocinar a fuego lento. Mientras tanto, cuando hierva el agua en la olla, agrega la pasta y cocínala al dente.
Antes de escurrir, reserva una taza del agua de cocción. Ahora sí, escurre la pasta y regrésala a la olla.
Revisa la salsa. Si está muy seca, puedes ir echando poco a poco el agua de cocción reservada, hasta que tenga la consistencia que prefieras (pero no la conviertas en una salsa aguada) Ahora, vacía la salsa sobre la pasta y mezcla uniformemente.
Sirve y decora con queso parmesano y perejil picado. ¡Provecho!
Y ya, eso es todo. Cuando tu suegra (la de la colección de muñecas) te pida la receta —y te la va a pedir, créeme— pásale el link a este blog.
Comentarios