Cada vez que inicio una sesión de entrenamiento con un equipo nuevo, la primera pregunta que les hago es ésta: ¿para qué estás aquí?
La primera reacción, que es exactamente la que busco, es pensar en para qué están en la sesión. Es decir, qué esperan aprender o ganar con su participación. Eso es precisamente lo que requieren tener claro: qué hay en ese entrenamiento que les pueda servir.
Pero en realidad, la pregunta va mucho más allá y, luego de hablarle al equipo acerca de lo que podrán encontrar (y lo que no) en el entrenamiento, me regreso al “¿para qué estás aquí?” y los invito a que vean la pregunta desde una perspectiva más amplia.
¿Para qué estás aquí?, vista desde ahí, es una pregunta sobre el sentido de nuestra propia existencia. ¿Para qué estamos vivos? ¿Para qué estamos en este planeta en este momento?
No pocas veces, alguien responde que está aquí para “ganarse la vida”. Y tiene toda la razón. Siempre y cuando entendamos esa frase como lo que realmente es, no como lo que nos han enseñado que significa.
Porque, ¿qué es lo primero que cruza tu mente cuando escuchas “ganarse la vida”?
Exacto. Es la típica frase que nos dicen nuestros papás, tíos, abuelos, maestros, etcéteras cuando somos chicos (y a veces también cuando ya estamos grandecitos). “Ganarse la vida” es conseguir un buen trabajo que pague lo suficiente para que puedas mantenerte a ti y a tu familia.
Pero eso no es “ganarse la vida”. Eso es ganar dinero. Y cuando ganar dinero se convierte en el motor principal de lo que hacemos, terminamos perdiendo la vida, es decir, todo el tiempo que tenemos para vivir, en una lucha encarnizada por unos ceros en la cuenta de banco porque nos han enseñado que la felicidad, la estabilidad, la tranquilidad y la paz, dependen de esos ceros.
Y pues sí: necesitamos ese dinero para sobrevivir. Eso no tiene nada de malo. Así funciona nuestro mundo, aunque estemos todavía encerrados en nuestras casas en esta cuarentena…
Pero, pregúntate: ¿realmente estás aquí nada más para eso? Visto así, ¿no es la lucha por la supervivencia una misión demasiado, digamos, pequeña para explicar nuestra razón de ser? ¿De eso se trata tu vida: de no morirte?
No, ¿verdad?
El Bhagavad Gita, uno de los textos más antiguos y sagrados del hinduismo, nos dice: “Tú tienes derecho a desempeñar tu labor, mas no tienes derecho a los frutos de tal labor.”
¡¿Qué?! ¡¿Acaso no merecemos que se nos pague por nuestro trabajo?! Tranquilo, la cosa no va por ahí. Se trata de un asunto de perspectivas y expectativas. Básicamente: si haces tu trabajo solamente para recibir los frutos de él, estás limitando tu recompensa, estás viéndote simplemente como un pedazo de maquinaria que, aunque le paguen, no recibe lo que realmente necesita: no se está ganando la vida. Se está sobreviviendo y nada más.
En cambio, si ves tu recompensa en lo que haces en lugar de en lo que recibirás a cambio, las cosas cambian. Ya no eres mecánico sólo para que te paguen las composturas de coches. Eres mecánico porque así contribuyes a que los demás puedan transportarse. Ya no eres mesero sólo por las propinas. Eres mesero porque alimentas a la gente y ayudas a que pasen un buen rato. Ya no eres abogado nada más para llenarte la cartera. Eres abogado porque así proteges a los inocentes de las injusticia.
Nos han hecho creer toda la vida que tenemos que sufrir y aguantarnos y ser pacientes porque al final vendrá la felicidad. Pero no: la felicidad no es eso que nos espera luego de haber recorrido el camino. La felicidad es recorrer el camino.
La vida no se gana sacrificándola por recompensas a futuro. La vida se gana viviéndola.
Excelente punto! Pienso que el truco reside en el fondo en un valor que se ha perdido en este mundo monetizado y egocéntrico que es la “Generosidad” ya que si realmente comprendemos que tenemos la oportunidad y el privilegio de jugar un rol en la vida es para servir a otros, que nos enriquece en plenitud indirectamente! función de