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Cómo Usar tus Miedos a tu Favor

Foto del escritor: piroquinesispiroquinesis


Todos los días, a todas horas, estamos expuestos al miedo.


Sin necesariamente buscarlo.


Te llega, como me llegó a mí hace rato, una alerta de twitter a tu celular mientras paseas a tu perrito en el parque. Sin sospechar nada, la abres y ves que se trata de un mensaje de alguien a quien sigues, que le ha dado retuit a una noticia publicada un par de horas antes:


En un pueblo en Guanajuato, unos tipos se metieron a una casa y mataron a balazos a un niño de diez años y a su perro. Eso es todo. No se sabe por qué, aunque parece ser que es uno de esos “ajustes de cuentas” que desde hace tanto tiempo se han hecho “normales” en el México de a deveras.


Terminas de leer eso y lo primero que sientes es una rabia infinita. Luego una gran tristeza. Finalmente, miras a tu alrededor y te invade la agria sensación de que no, no estás a salvo. Ni por mucho.


Y esto se repite cualquier cantidad de veces a lo largo del día: siempre hay alguien, en alguna parte, real o virtual, listo para echarte encima un cubetazo de miedo. Que si el crimen, que si la incertidumbre económica, que si la Suprema Corte de los Estados Unidos, que si el hambre, que si el odio, que si el cáncer, que si la muerte, que si el avión que se estrella en la montaña…


Éste no es el miedo que buscas cuando ves una película de terror: no es la excitante adrenalina que te recuerda que eso que está pasando en la pantalla no te está pasando a ti, no te podría pasar a ti.


Éste es el miedo de verdad: es la alarma prehistórica que suena ante el peligro, el real, el que duele, el que quita, el que te mata a ti o a la gente que amas.


Es tanto el dolor que nos rodea. Tan insoportable. Tan avasallador que tu primer impulso es querer cerrar ojos y oídos, apagar tu celular, cancelar tus redes sociales y simplemente ahogar todas esas voces, todos esos gritos.


Pero cerrar los ojos y ponerle triple candado a la puerta de tu casa no va a hacer que el miedo se vaya. Por más que lo quieras esquivar, ahí está, ahí sigue, esperándote con la infinita paciencia del cazador que sabe que tiene ganada la partida.


Y al parecer, la tiene ganada: no hay nada que tú puedas hacer para regresar en el tiempo y salvar, como sea, a ese niño de diez años en Guanajuato. No hay nada que puedas hacer para desenterarte de su asesinato. No hay nada que puedas hacer para no sentir que algo así podría pasar en tu casa, con tu familia, con la familia de tu comadre. El remolino te atrapa y no te suelta.


¿Qué puedes hacer con ese miedo?


Úsalo. Conviértelo en una fuerza que trabaje a tu favor.


¿Cómo?


1. SIÉNTELO

Entre más te esfuerces por no sentir miedo, más miedo vas a sentir cuando fallen tus esfuerzos (y créeme, van a fallar), así que… no te esfuerces. Hazte plenamente consciente de tu miedo y deja que te haga sentir ese agobio insoportable en la boca del estómago. Yo sé que es de la chingada, en serio. Pero date permiso para sentirte de la chingada.


2. MÍRATE

¿Qué es lo que realmente te da miedo? ¿Temes, quizás que alguien pueda entrar a tu casa y matar a tu hijo? ¿O temes que estás viviendo en un lugar donde las cosas se están saliendo de control? ¿Cómo quieres reaccionar ante esta insoportable sensación? ¿Quieres llorar y esconderte para estar a salvo o quieres gritar y salir a buscar a esos hijos de puta que vieron la cara de un niño y le dispararon en su propia casa? El miedo tiene una virtud: te quita todas las máscaras. Así que, cuando lo tengas encima, detén tu piloto automático —aunque cueste trabajo hacerlo, aunque sea incómodo: no estás para pretextos, carambas— y obsérvate en ese momento. Respóndete dos preguntas fundamentales:


  1. ¿Quién eres realmente delante, dentro, debajo del miedo?

  2. ¿Qué quieres?


3. ELIGE

El miedo siempre buscará hacerte creer que no tienes opción, que no hay nada que puedas hacer. Quiere que te creas su víctima porque eso le da fuerza sobre ti. Si quieres aprender a usarlo para crear algo positivo, requieres también aprender que eso no es cierto. Siempre, siempre, SIEMPRE, puedes elegir: incluso, si eliges no elegir, estás eligiendo.


Así que elige. Quítale al miedo su fuerza y conviértela en poder para ti mismo. Habiéndote mirado, habiendo respondido a las dos preguntas “¿quién eres?” y “¿qué quieres?”, sabrás cuál será tu elección: no va a ser la más fácil, al contrario: va a ser la que represente la máxima posibilidad para ti, para tu entorno.


4. CREE EN TU ELECCIÓN

Yo sé que suena a consejito de meme motivacional, pero no le hagas caso al cínico en el que tu miedo quiere convertirte: elegir la máxima posibilidad es endiabladamente rudo y complicado. Dicho de otro modo: TE VA A COSTAR UNO Y LA MITAD DEL OTRO. ¿Ok? ¿Por qué crees que el miedo quiere volverte un cínico? ¿Por qué crees que te está gritando al oído: “y para qué diantres quieres hacer algo, si no hay nada que puedas hacer para salvar a ese niño en Guanajuato”?


Y no. Aunque duela infinitamente, no puedes salvar a ese niño en Guanajuato. Pero: ¿qué tal que eliges salvar al siguiente, al siguiente, al siguiente y al siguiente? Quizás todavía no sepas cómo llevar esa elección a la realidad, pero nadie te exige que tu elección incluya un plan perfectamente delineado. Lo importante es que te armes con la intención de que aquello que eliges, se haga real. Porque una intención no es más que un resultado que todavía no llega, pero que llegará. Siempre y cuando, realmente creas en ese resultado.


5. ACTÚA

Si de ti dependiera que dejen de asesinar niños en nuestro país, ¿qué harías? Quizás buscar a otros que compartan tu intención y formar algún tipo de organización que se dedique a ello. Quizás buscar el modo de que tu voz gane tracción en la agenda de seguridad del país, del estado, de tu municipio, de tu colonia, o de tu cuadra. Quizás plantándote frente al palacio municipal de tu pueblo con un letrero. Quizás escribiendo en tu blog. No lo sé. Caminos y mecanismos hay n+1 al cuadrado.


Pero actúa. No dejes que tu intención termine escondida en un cajón, por miedo. No le des el gusto a esos cobardes asesinos en Guanajuato de ganarte la partida.

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